Ay.

La confesión es tanto dolorosa como patética: camino al wine bar, el cerrar el botón de el pantalón fue difícil. Y el hecho es que por mas gruesos que sean mis lentes y mis libros, permanezco en un estado corto de la nirvana inexplicable de Beth Ditto y revelan una vanidad... sobrecogedora.

Fucking a.

Ugh. Piña y atún. Gracias putas chips ahoy.